7.4.12

Civilización.
El origen es un hongo gigante, un champiñón enorme como un paragüas donde la base es un ombú y la copa rebalsa de frondosidad, los pliegues como un abanico. Es un árbol pitufino.
Recién es mediodía pero esa cabeza lo tapa todo aunque se ve pedazos de sol en el pasto. En ese pasto existe un mundo inmenso por su pequeñez, lleno de deformaciones y razas donde jerarquizan los Formícidos, la nobleza de ese mundo.
Aunque dominantes hostigan a la segunda capa e incluso lo hacen entre ellos mismos. La perfección se logra a través del orden y éste se forja con el división del trabajo. Cada raza debe ocuparse de su tarea, no puede elegir otra ni tampoco tienen la capacidad de pensar eso. Al nacer los humínidos son los encargados de dotar las características de cada insecto, no existe el margen para el error, esos hechos se castigan con los ojos de piedra.
La fuerza y las destreza se distribuye en una relación 3:1 por cada m². Debe ser imparcial y abarcar la  4 veces la superficie de la circunferencia del árbol base. Más de 300 individuos se encargan por zona y deben completar la indicación antes que se ponga el sol. Sino perecen. Y los perezos y hermosos son los débiles. Por eso la mariposa no llega a la madrugada.
Como nuestra fuerza reside en los brazos, en los Formícidos se ubica en la mandíbula. Son los podadores por naturaleza, si la creciente es de más de 10cm son desplazados de su cargo y expulsados de la comunidad.
Es entonces cuando se creó el canibalismo, una secta oscura donde rige la ley marxista, la clase obrera es dueña. Hay que alimentar a la burguesía para mantener el estatus. 
Sin víctimia no hay victimario. Sin barbarie no hay evolución. Si no hay guerra no hay paso para la civilización.