15.8.11

El gusto por las cosas.
 Si somos rapaces entonces somos arbitrarios. Si somos arbitrarios para crear un sistema de medición, usarlo y crear dogmas diamantados (leyes físicas), que son entendibles porque si una mentira es usada en un contexto inventando deja de serla para ser verdad. Podemos establecer nuestra vanidad en la jerarquía.
 Lo perceptible, en cualquiera de sus formas, nos sirven (doméstico) para desarrollar nuestra vida. Tienen que amoldarse imperativamente.
 Al nacer no somos más que cantidades. Cantidades que van reponiéndose como una góndola, tenemos X cantidad de sabor a sal, Y número de glucosa, G valor de umami, etc. Cuando esas reservas se agotan se produce un desequilibrio y tenemos un conflicto. Sentimos por ejemplo amargura (papilar), dolor, alegría, sueño.
 El dolor se produce cuando las cantidades de satisfacción fueron usadas indiscriminadamente anteriormente. El sueño es producto de utilizar la energía corporal. Al dormir se rellena.
 Asi se explica por qué no existe un chiste universal o que al repetir una situación no se obtiene la misma reacción primeriza.  La risa pudo haberse utilizado en una acción anterior.
 Creemos que existen órdenes superiores que determinan las especificaciones a las cosas. Esto se da porque hay un orden pero no es simultáneo. Y asi se produce el desequilibrio.
 Algunos detestan los mariscos y a otros les encanta. Se cae de maduro que el sabor se lo damos nosotros y no viene preestablecido en el animal. Lo mismo se aplica a toda la materia.
 Yo soy el que le digo a la sal que sea salada, no ella.